Pero

Manuel siempre fue esa pieza perdida del rompecabezas. Incapaz de articular oraciones de más de cinco palabras y leer entre versos. Insignificante si se trataba de dirigir miradas rápidas, engreído a su manera, nunca obtuvo ese don de disimular, callaba cuando no, sin característica que valiera la pena, sin el más mínimo destello de agudeza, sin el sol y la luna, pero yo lo quería.

1 comentarios:

Ching dijo...

Me agrada esta especie de microcuento personal y simple. Pocas palabras, mucho se dice...